martes, 6 de diciembre de 2011

Grandes 28

Hoy cumplo 28 años y no me pesa. Extrañamente a diferencia de otros años, este día lo he vivido distinto, aunque igual que todos: sin festejos. Hoy, a diferencia de otros cumpleaños, no me pesa los años que cargo, las vivencias que tengo y las enseñanzas con las que cuento.
Es inevitable que los recuerdos regresen al tiempo que rememoro viejos cumpleaños, desde aquellos de la infancia (de los cuales casi no recuerdo) hasta los recientes, vivídos con amigos, familia y ahora mi pareja. Tengo buenos recuerdos en su mayoría, pues hasta donde tengo memoria, creo que no he tenido malos cumpleaños. Nostálgicos sí, pero no malos.
Recuerdo cuando tendría entre 8 o 10 años. La cena fue habitual, en mi casa, solamente con mis papás y mi hermana. Recuerdo que mis papás me compraron un Leon-O, el personaje de los Thundercats; era enorme, tenía su garra y su espada y una especie de anillo eléctrico con una pila AAA que te ponías y que le insertabas en la espalda, para que encendiera su rostro. Ese año no hubo pastel casero, como la mayoría de los años posteriores, pero mi hermana sí alcanzó regalo, pues era toda chiflada, y tenían que llevarle regalo en mi cumple.
Vagamente recuerdo otro cuando cumplí 3 años, quizá en uno de los recuerdos más añejos que alberga mi memoria. Estabamos en casa de mis abuelos maternos, ahí sí con una pequeña fiesta - merienda, al parecer algo que yo no quería, pues mis deseos de no tener fiesta cumpleañera datan de tiempos de uuuhhh hace ya un buen. Mi ropita era un trajesito medio nerd: pantaloncito blanco, un saco diminuto de cuadros con diferentes tonalidades de café, y un pequeño moñito que hacía juego con el saco. Mis papás me regalaron una enciclopedoa y una colección de fábulas y leyendas, a pesar de no saber leer y escribir. La colección de fábulas se perdió en una de nuestras primeras mudanzas cuando tenía como 9 años; y la enciclopedia aún la conservo.
Un cumpleaños que no recuerdo pero del cual me dicen mucho es cuando cumplí como 2 años. Había fiesta y una vecina de mis abuelos, que a veces hacía de mi niñera, llegó sin regalo como era habitual. Ana me dijo "israelito, no pude traerte regalo, pero mañana te lo traigo". Yo, según me dice mi mamá, respondí con una cara como de extrañeza y felicidad "pero es mi fiesta, no es de regalo". Ella con una ternura me volvió a decir, "aay israelito, de verdad, mañana te lo traigo", a lo que volví a responder "nooo, pero no es de regalo, es mi fiesta, es que cumplo años".
Al crecer las cosas fueron cambiando. Nunca, a pesar de ese momento de emoción por mi cumpleaños, he preferido tener fiesta. Siempre trato de pasarlo desapercibido. Cuando cumplí años en el 2005, el mejor año de mi vida hasta ese entonces, el cumpleaños fue rodeado de tristeza por no estar con algunas personas a las que aprecio bastante y que me enseñaron tanto durante su paso en mi vida.
Aún así, no me he salvado de la tan típica fiesta sorpresa. Corría el año del 2002 o 2003, no recuerdo, y mis amigos de la facultad la organizaron junto con mis papás. Pero ni le disimularon nada, jaja, cosa erronea cuando quieren engañar a un reportero, o aprendiz de. Mi papá me obligó a que fueramos al Blockbuster a rentar movies, y cuando tomé una me dijo "no, pero buscale bien más películas", jaja y cuando de repente le dije, "aayy no me decido por esta o esta otra", me dijo "yaaa apurate, que tenemos que irnos ya". Al llegar a la casa vi medio escondido un letrero con el numero de mi casa, dejado para que mis amigos lo vieran. Al entrar a la casa me hice el sorprendido, pero creo fueron más sorprendidos mis amigos que yo, jajaja, es un buen recuerdo.
El del 2006 fue el primero que, tal y como me gustaba, lo pasé desapercibido. Israel cumplía 23 años y vivía sólo en Pátzcuaro. Tenía un mes y medio radicando ahí y nadie, absolutamente nadie conocía mi cumpleaños. Lo disfruté enormemente. Ese día llegó un ecologista a la oficina, enviado por mi entonces jefa, Yolanda Gutiérrez. Me dijo que había un problema ecológico en el tiradero de basura rumbo a Uruapan. Acudimos y nunca pensé tener un cumpleaños así: haciendonos pasar como vigilantes de una empresa al confundirnos los trabajadores del tiradero. Así, logramos colarnos hasta donde estaba el ecocidio, llené mis zapatos entre basura y el lixiviado. Al final salimos corriendo antes de que nos lincharan cuando nos descubrieron, y el ecologista me invitó a comer mariscos, aún nosotros oliendo a basura, literalmente.
El cumpleaños 24, el del 2007 fue distinto. Al no celebrar por décadas mi cumpleaños hice un maratón con mis amigos de Pátzcuaro, los de la redacción de La Voz, con mis amigos de la facultad en Monterrey, con mis papás, con unas amigas y en fin, tuve como 7 fiestas.
Para los 25 años fue un verdadero pachangón ocasional. Mi primer año como reportero en Monterrey tras el retorno culminó con la posada de Miguel Ángel García, el actual aspirante a la alcaldía de Monterrey. Todos los reporteros de la ciudad fueron, y cuando dieron las 12 de la noche para ser 6 de diciembre, mis amigas pidieron las mañanitas, y la posada se tornó una verdadera verbena popular. Cantos, bailes, alcohol, cena, en fin, hasta simularon hacer una boda casando a un reportero con otra reportera, y ante la negativa de lanzar al novio por los aires, agarraron al cumpleañero. Le bailamos a un pavo y todos terminamos felices. Es una de las mejores fiestas (de cumple o distintas) a la que he asistido.
En los 26, del 2009, la cosa fue más relax. Sólo mis amigos y yo en un karaoke, cantando todos "Color Esperanza", de Diego Torres, tras aprenderla evento tras evento del ahora gobernador Rodrigo Medina. Mi hermana llegó con una amiga pues se encontraba en un bar cercano, y cuando cerraron el karaoke nos lanzamos a la fiesta de una amiga de mi amigo Christian. La cheve se había terminado, no así la fiesta.
El año pasado uuff, jaja por poco y lo olvidaba. Mi primer año de cumple con Liz. Lamentablemente ella no estaba aquí, pues la mandaron a Tabasco por el servicio social a un hospital. Un día antes los Rayados quedaron campeones y me fui a comer con Adán, Estrella y Brenda. Ese día fue el desfile del equipo campeón y brenda me dijo "ves isra, te trajimos un desfile especialmente para ti, sólo que pues a ellos les gusta vestir azul y blanco".
Sin embargo, este año fue el mejor. A pesar de cumplir 28 y en momentos previos sentir temor por alcanzar esta edad. Este año, al igual que los iniciales, la pasé trabajando, casi sólo. Mis amigos me felicitaron y punto. Por la noche llegué con mi hermosa esposa y mi adorable hijo; juntos son el mejor regalo que la vida y Dios me han podido dar. Al final fuimos a cenar con mis papás.
Hoy, cumplir 28 no me pesan. Tengo salud, ropa, comida, trabajo, una hermosa familia con Liz y con Toñito. Mis papás aún están conmigo y mi hermana, cuñado y mis sobrinas me acompañan. Tengo vida, y creo y espero tenerla aún más. Soy un hombre afortunado, tengo todo lo que podría desear. Quizá en otro tiempo 28 años significarían mucho, pero hoy con lo que tengo, me doy cuenta que es nada mi edad para lo que tengo en vida. Total ¿qué más puedo pedir?