jueves, 27 de marzo de 2014

Robert Johnson: El músico que vendió su alma al Diablo

De todas las historias locas, bizarras y con misterio al por mayor, la más reciente que he escuchado es la del buen Robert Leroy Johnson, mejor conocido como el hombre que le vendió su alma al propio Lucifer para ser considerado según la revista Rolling Stone como el 5to mejor guitarrista de todos los tiempos.






El buen Robert nació allá por 1911 en Greenwood, Mississipi, en una familia de esclavos afroamericanos. Su vida fue tan fatal que al cabo de muchos años descubrió que su padre no era su progenitor, así como su primera esposa murió en el parto.






Al ver que nada en su vida salía bien, y que incluso no progresaba como músico al tocar el arpa y la armónica, intentó con la guitarra, a lo que algunos señalaron en su tiempo como un músico nada destacable.






La historia de Robert Johnson de pronto se ve envuelta de misterio, pues de la noche a la mañana comenzó a tocar de forma increíble, y a cantar melodías extrañas. Muchos dicen que fue a partir de una noche en que se le encontró con una guitarra casi destrozada en el cruce de las autopistas 61 y 49, ubicado en Clarksdale, Mississipi.






Muchos dicen que fue en este punto donde Johnson invocó al Diablo, pidiendo éxito y talento para tocar el Blues como nadie. Lo extraño es que a partir de ese momento y con sólo 29 canciones en su historia musical, es catalogado como el quinto mejor guitarrista de todos los tiempos, y siendo inspiración para bandas que han marcado la historia del rock and roll.






Cuentan los que lo vieron tocar que Johnson tocaba viendo al frente pero no a su público; siempre con la mirada perdida... como poseído. Algunas ocasiones incluso dando la espalda a la audiencia, por lo que las historias sobre su leyenda se hicieron más intensas.






Sus letras fueron otra de las cosas a notar, pues muchas de sus melodías hablaban de un supuesto saludo con Satán cuando éste llamaba a su puerta y él lo acompañaba. Otro hablaba de un cruce de caminos donde hubo un cambio mientras se encontraba de rodillas; otra más hablaba sobre perros del infierno que cruzaban en su camino. Muchos dicen que fue justo en éstas melodías donde dejaba ver el verdadero trato que hizo por su fama.






Durante su fama se volvió a casar y tuvo su único hijo, aunque muchas mujeres le coqueteaban e igual número de maridos lo odiaban.






Pero al igual que todos los grandes Johnson murió a corta edad, en 1938, es decir, casi cumpliendo 10 años de haberse dado a conocer en la música. Unos dicen que fue envenenado con whisky en una cantina, otros por enfermedades y otros más que su muerte fue justo tras una década de haber hecho el pacto con el Diablo, que éste vino por el alma de Johnson tras haber cumplido su parte, pues la forma en que murió fue un hecho desconcertante.






Él se encontraba en su natal Greenwood tocando "Hellhound on my trail" cuando dejó de tocar impulsivamente y salió corriendo de aquél bar. Fue a su casa en donde se encerró y tuvo alucinaciones durante tres días, para morir balbuceando frases inentendibles. Hay quienes dicen que lejos de ser alucinaciones, eran los perros del infierno que llegaron por su alma.






Sea como fuere, la historia de Johnson es de esas para recordar, ya sea porque en verdad hay algo sobrenatural en ella, o por ser un prodigio que en 10 años hizo que su nombre perdurara por décadas, a pesar de sólo contar con 29 canciones y dos fotografías conocidas.






En fin, aquí su legado.











lunes, 24 de marzo de 2014

El buen Snoopy

De niño recuerdo que iba a casa de una de mis tías y entre los libros y enciclopedias que veía y tomaba, siempre la primera en elegir era la de Snoopy, la mascota de Charlie Brown.

Recuerdo que incluso a pesar de tener entre 6 y 7 años, se me hacía bien interesante, intelectual y culto el que Snoopy fuese quien explicara la vida a aquel pequeño Israel.

Hoy, el tráiler de la nueva película de Snoopy (revivido al 3D) hace que lo recuerde indudablemente. Tiene la misma risa, pero nomas no me convence ese perro por computadora. Y me hace recordar esa infancia, y que curiosamente, a pesar de los años, siempre sigue haciendo que una ligera sonrisa aparezca en mi rostro; sobre todo cuando al igual que su servidor, no sabe de qué escribir :-)











Y es por eso que me fascinaron las playeras de Snoopy y Carlitos que me compré :-D