Organizar una fiesta de cumpleaños no es tan sencillo como el emocionarse por ella, sobretodo si es el primer cumpleaños de tu primer hijo.
Al ver a Toñito se me vienen tantísimas cosas a la mente, muchísimas vivencias y recuerdos, y aún hoy siendo tan pequeño es imposible no entender las responsabilidades con él incluso en lo más sencillo como arreglarlo para salir, cambiar el pañal, darle de comer y jugar.
Debo admitir que me entretengo bastante, a pesar del tiempo que paso con él por el trabajo. Por eso creo lo chiflo en ocasiones, pero vaya ¿cómo no hacerlo? Cuando estira su manita señalando que lo lleve a tal lugar o que juegue con una lámpara, el foco o las tiritas para encender el abanico de techo.
Ver una sonrisa tan sincera y llena de inocencia es algo sumamente extraño en estos tiempos, por eso cuando esa sonrisa es la del hijo propio es algo que recarga intantaneamente la moral, pese a durante el día ves muertos, abusos de autoridad, balaceras, corrupción y tanto desmadre. Es en ese momento cuando aseguras que seguirás dando lo mejor de ti por un mundo mejor, si no para ti, por tu hijo, y si no por tu hijo, por los nietos.
Siendo tan pequeño, todos decían que no disfrutaría su primer cumpleaños, y no podían estar más equivocados. Gritó, se chifló al subirse a las botargas, quería ser la estrella del show, aventaba cuanta pelota en la alberca de pelotas y quería treparse en las piernas de la animadora.
Cuando pienso en mi hijo, pienso en muchas cosas. Rememoro lo que escribió Carlos Fuentes al nacimiento de su primera hija, donde aseguró que si existía el amor a primera vista, es el que se tiene cuando ves nacer a tus hijos. No podía estar más lleno de razón.
Es tanta la emoción que raya en un colapso que te deja sin aliento y sin nervios, es una incredulidad y armonía que te da tanta paz y no puedes creer lo que esta pasando, lo que estas viviendo. Los segundos se vuelven minutos y de pronto todo se ilumina. Ves a esa criaturita tan chiquita, y pese a que has visto otros bebés, incluso primos, hermanos o sobrinos, nada es como tu hijo.
Un pensamiento aflora en la mente, y es el que esa criaturita tan indefensa y con el llanto como señal de bienvenida, ha salido de ti. No hay pasado e incluso no hay futuro, sólo ese momento.
El tiempo pasa y las cosas obviamente cambian, ya no es sólo el momento, sino un sinnúmero de deseos y sueños. Cuando ese pequeño estira las manos y toma la mía, cuando me pica el oìdo porque le da risa mi reacción de "déjame mijo", cuando ve que estoy comiendo o tomando algo y va a pedirme y su expresión cuando le gusta uuff.
Y mi mente vuelve a volar. Veo como juega con mi papá y veo las generaciones y el crecimiento. Un día mi viejo no estará y yo seré él, tomando de la mano al pequeñito de Toño, al que hoy por mas que pueda no logro visualizar.
Nunca me he visto como un héroe o alguien que pueda hacer un gran cambio, pero siempre, desde antes incluso de saber de la existencia de mi hijo, he pensado en que quizá sea yo quien eduque al nuevo héroe. Por eso mi pasión en lo mio y en ser lo mejor, porque no se si ese pequeño que hoy cargo en mis brazos será un futuro líder, sea alguien que sea el que levante la voz y diga "Ya basta", quizá sea él el que traiga un cambio a este estado, país o planeta.
No se si Toño sea el héroe que esperamos, o si junto con otros pequeños incluso hoy no nacidos, sean los forjadores de esa sociedad que necesitamos. Y detrás de un gran hombre, siempre hay alguien que lo forjó; que le enseñó a no darse por vencido; alguien que le dijo no te rindas; alguien que le enseñó que por más difícil que sea el camino, por más duras que sean las pruebas y por minúsculos que sean los resultados, nunca hay que perder las fuerzas y esperanzas de conseguir lo que uno quiere si e algo benigno
Quiero que si en algún momento mi hijo es ese gran héroe y le pregunten quién le enseñó a ser así, él, orgulloso y sin titubear diga: mi padre.
FELIZ CUMPLEAÑOS HIJO, por hoy y por el resto de tus días.