Ayer viernes fue un día pesadisimo, como ninguno desde que llegué de Monterrey, incluso más pesado que cuando vuelvo desde Monterrey, y eso que es un viaje de 12 horas en autobus y llego directo buscando notas. Sin embargo, a media tarde, antes de una cita a las 5, simplemente no pude más y estaba demasiado cansado.
Me sente en una de la bancas de la plaza Vasco de Quiroga y me transporte a mis días de viajero, cuando la tranquilidad y la felicidad reinaban casi por doquier. Por un momento me sentí solo, como en mis viajes, y me di cuenta de mi vida actual, una en la que vivo y dependo completamente de mi, de saber que si llego a fallar como periodista, la vida que llevo ahora se arruinaría. Y por unas horas noté la verdadera diferencia entre trabajar en lo mio en Mty y aquí en Pátzcuaro.
Voltee hacia arriba y vi las copas de los árboles y las nubes pasando lentamente movidas por el viento, los pajaros cantaban y los niños jugaban incluso sin gritar. Yo simplemente suspire diciendo "gracias", por poder vivir lo que vivo ahora.
Me di cuenta que de cierta forma soy un tipo solitario, que cuando puede, busca estar sólo, como en cada uno de los viajes. Pero no soy el tipo solitario que busca verse frio y sin sentimientos, alejado de todo y todos y que eso lo haga más importante o llamar más la atención, o simplemente que con eso quiera demostrar fortaleza; porque al contrario, disfruto mucho cuando estoy con mis amigos, aqui y allá en Monterrey, y disfruto enormemente el convivir con otras personas, porque no todo en la vida es soledad, aunque uno este sólo. Trato de no fallar con mis amigos y familia en salidas o en reuniones, porque ellos son el equilibrio perfecto entre ser solitario y estar completamente sólo. Afortunadamente yo quizá sea lo primero.
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